lunes, 23 de enero de 2012

Memoria histórica: MANOLO DE FERMÍN.


MANOLO DE FERMÍN.
Por Manuel da Roura.

Manolo de Fermín vivía en la Pallagheira. Era hijo del señor Fermín, quien fue sacristán de Louro por muchos años. Manolo era alto, flaco, huesudo y muy tímido. Nunca fue a la escuela y, por lo tanto, ni siquiera entendía en castellano.

            Se casó, o lo casaron, con una de A Beira. No hubo hijos. Su concuñado, el Susano, en Junio de 1936, lo convence para que lo acompañe a la siega del trigo que, por esas fechas se cosechaba en los grandes latifundios de León y de Castilla.

            Salieron a pie con intención de llegar andando, o como buenamente pudiesen, hasta la provincia de León, donde se suponía que encontrarían los primeros trigales.

            Un mes después, regresó a Louro el Susano. Llegó solo. Manolo de Fermín no vino. ¡se perdió! La explicación del Susano fue lógica, pero terrible: Allá en una estación rural del ferrocarril, por los Ancares, se escondieron los dos hombres en un  vagón de carga de un tren que acababa de llegar. El Susano se metió en una esquina del  Vagón y le dijo a Manolo que se metiera en la otra y se tapara con la lona.

            El tren arrancó y volvió a parar en otra estación, donde vigilaba una pareja de la Guardia Civil. En un intento que el Susano hizo para saber donde estaban, levantó un poco la lona y uno de los guardias lo vio. Con un gesto, le ordenó que bajara y se lo llevó a la oficina de la estación para interrogarlo. Mientras tanto, el tren reanudó la marcha y se perdió por lontananza, llevándose a Manolo.

            El Susano estuvo tres o cuatro días detenido. Luego lo pusieron en otro tren, ahora de pasajero, y, en unas horas, llegó a Santiago. De allí, y como buenamente pudo, regresó a Louro.

            Días después, ni siquiera había pasado una semana, comenzó la Guerra Civil Española.

            De Manolo de Fermín , del Manolo analfabeto, del Manolo torpe, jamás se supo, ¡se perdió!.

            Tres años después, se terminó la guerra y, a estas alturas, pasados setenta años, Manolo es sólo un recuerdo en mi cabeza. Sólo en la mia…, supongo.