miércoles, 1 de diciembre de 2010

De Don JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO (respuesta manuscrita) a Pedro García Fernández.



Madrid, noviembre de 2010

Sr. Jiménez Lozano: permítame que me dirija a usted, enviando este escrito al periódico donde tal vez sea posible encontrarle; tengo que darle las gracias, nada más; ya se que usted no quiere ni eso, pero yo llevo leyéndole desde aquellos tiempos de la revista Destino, que aún conservo en casa, y luego sus libros de poesía, sus ensayos sobre Pascal, Teresa de Jesús, y sobre todo sus diarios; al fin, después de recorrer librerías de viejo, encontré Los Tres Cuadernos Rojos, que me faltaba; ya antes un amigo de Valladolid, ante mi insistencia se animó a mandármelo en fotocopia. Usted sabe bien cual es la belleza, la piedad, la verdad, el amor a las cosas sencillas que encuentro en sus escritos; hace algún tiempo creyéndome enfermo acabé en la habitación de un hospital, y mi mujer con buen sentido me llevó enseguida, las zapatillas, el pijama y “La luz de una Candela”; cuánto le agradecí que supiera tan bien lo que necesitaba. Ahora estoy terminando Los cuadernos de Rembrand, y volveré a releerlo cada noche, y usted sabe bien que su compañía con la de los señores Pascal, Kierkegaad, Bernanos y no tantos más, es lo que uno necesita para entender algo de este mundo, aunque no dejo de tomar nota de los autores que cita en sus libros y yo no conozco; es un gozo para el ánima estar entre los cuatro lectores que pedía Usted como el maestro Ezra Pound. Estos días, en mi balcón las enredaderas ponen su color rojo y se encogen hasta desaparecer para volver en la nueva primavera; al verlas pienso en cuantas veces sentí este misterio en sus escritos. Muchas gracias por tanta compañía en el camino. Es  una larga y hermosa relación de la que necesita dar señal, espero que me disculpe; muchas gracias.

Pedro García Fernández:
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